Cuando tratamos de repasar nuestra formación sentimental, la música ocupa un lugar insustituible. Desde muy joven –sin tomar en cuenta la niñez o adolescencia-, me acerqué a la música que sonaba en las emisoras radiales progresivas. Si bien me atraía el bolero, y, por supuesto, “la salsa”, me fui haciendo, en mis noches solitarias, con música de la época, que podía ser una balada country de John Denver, un folk de Bob Dylan, una de las queridas de Crosby, Stills, Nash and Young, antecedidos, por supuesto, por Elvis Presley y The Beatles.