Gracias a lillolillolillo por colocar esta foto libre de derechos de autor en Pixabay.com
This is a bilingual publication. At the end of the post you will find the English language versionAllí estaban ambos y cada uno en su mundo.
Ella, tratando de parecer menor: canas ennegrecidas gracias al tinte natural chino, piel conocedora de las cremas diarias - la matutina que la acompañaba desde casi el momento de levantarse hasta el desayuno, al mediodía, después de almuerzo eran las ruedas de pepino en las hojas o las bolsitas de te de manzanilla sobre los párpados, mientras que su habilidosa mano frotaba su cutis con la parte interna de la cáscara del plátano y la de la noche, esa que no podía ponerse en el día porque el sol le mancharía la piel -, y una blusa juvenil que realzaba los senos resistentes todavía a la fueza de gravedad gracias al sujetador y al amigo cirujano.