Siempre acostumbraba a decirle a mi hermano: "vamos a tomarnos una foto". Él no se negaba, por el contrario, le encantaban las fotografías. Han pasado dos años desde su muerte y, todavía, siento que está conmigo. De alguna forma, intento recordarlo tal como era: feliz, bromista y muy alocado... porque sí, a mi hermano le encantaba hacer locuras, pero de las buenas, claro está. Él fue carismático, y le encantaba ayudar a las personas. Desde que tengo memoria, mi hermano nunca tuvo un mal corazón. Después de su partida física, nosotros lo consideramos como nuestro ángel.