Durante mucho tiempo se ha creído que el uso de una VPN está vinculado a actividades ilícitas o al intento de esconder algo turbio en internet. Esta percepción errónea se ha mantenido entre muchas personas debido al desconocimiento sobre cómo funcionan realmente estas herramientas. La verdad es que, en una era digital donde los datos personales son mercancía y la vigilancia es constante, utilizar una VPN no solo es válido, sino que se vuelve casi indispensable para cualquier usuario que valore su privacidad y seguridad.

Una VPN, o red privada virtual, no es más que una herramienta que cifra la conexión a internet y redirige el tráfico a través de servidores ubicados en distintas partes del mundo. Este proceso protege la información del usuario y evita que terceros, como proveedores de internet o sitios web, puedan rastrear su actividad con facilidad. Lejos de ser un acto sospechoso, este nivel de anonimato es una respuesta responsable ante un entorno digital plagado de riesgos.

Entre los beneficios más claros del uso de VPN está la protección de datos sensibles cuando se navega desde redes públicas. Conectarse a una WiFi de una cafetería o un aeropuerto, por ejemplo, puede exponer contraseñas, mensajes e incluso cuentas bancarias a ciberdelincuentes. Con una VPN activa, este riesgo se reduce considerablemente porque toda la información viaja encriptada y es prácticamente imposible de ser interceptada.

Otro punto importante tiene que ver con el enmascaramiento de la dirección IP, lo que permite acceder a contenido que podría estar restringido por región. Pero más allá del entretenimiento, esta función también representa una capa adicional de protección. Al no mostrar la IP real, se dificulta el rastreo de la ubicación y se evita que las grandes plataformas recojan más datos de los que deberían, o peor, te baneen de una o moneticen tu info sin tu consentimiemto. Es una forma de recuperar parte del control sobre nuestra identidad digital, algo que cada día se vuelve más valioso.

La velocidad también juega a favor cuando se utiliza un buen servicio de VPN. Aunque existe la creencia de que las VPNs ralentizan la conexión, lo cierto es que muchas de ellas, al evitar la congestión de ciertas rutas o bloqueos impuestos por los proveedores de internet, terminan mejorando la estabilidad e incluso la rapidez de la navegación. Esto es especialmente útil para quienes trabajan en remoto o realizan actividades que requieren una conexión constante y eficiente, como realizar videollamadas, escuchar música o descargar archivos.

En un mundo donde los algoritmos intentan predecir cada paso, donde los anuncios parecen conocer nuestros pensamientos y donde nuestras acciones se archivan sin permiso, protegerse no es un acto de rebeldía, sino una necesidad. Muchos no lo ven aún, pero defender la privacidad no es esconderse, es tomar una postura ética sobre lo que compartimos y lo que decidimos reservarnos como derecho propio.

Por eso, dejar de ver las VPNs como un acto sospechoso y comenzar a verlas como una herramienta de empoderamiento digital tanto para la Web 2.0 como la Web3. A medida que se expanden los modelos de vigilancia, también deben crecer nuestras estrategias para resguardar la libertad con la que navegamos, porque cuidar nuestros datos no es un lujo, es parte del nuevo sentido común en un mundo que ya no perdona el descuido. Desde que me hackearon mi computadora he estado usando VPN y tanto mi conexión a internet como mi seguridad han incrementado drásticamente, por lo que te recomiendo hacer lo mismo también a partir de hoy.

**Este fue el primer artículo hablando de la tecnología VPN, esta vez de forma natural, el siguiente artículo será 100% técnico, desglozando las características de las configuraciones VPN mostradas en las imágenes**