Está es la historia de un osito que todo le causaba extress. Le enojaba mucho tener que hacer filas o esperar por cualquier cosa.
Un día mientras esperaba el almuerzo en un conocido restaurante de la ciudad observó a una hermosa osita que parecía aún más extresada que él.
-Buenos días- Saludo amablemente, mientras sonreía a la hermosa osita.
-Que tienen de buenos- Contesto ella muy irritada, pues hacía media hora que había ordenado y nada que le servían su almuerzo.
El osito algo sacado de onda se retiró lentamente sin decir nada, pero entonces sucedió un milagro. En el momento en que la osita volteo a ver quién la molestaba, se dió cuenta de que ese osito no estaba del todo mal.
-Espera. Ya te lavaste las manos-
-No- contesto el osito todavía sacado de onda
-Pues acompáñame al lavabo para lavarnos las manos-
Ya estando ahí la osita le dió un gran beso en los labios, tan pasional, que al osito se le olvidó que estaba también esperando su almuerzo.
-Te parece si pasamos de largo el coqueteo antes del noviazgo, no soy de mucha paciencia- le dijo la osita.
-No podría estar más de acuerdo- le contestó el osito tomándola de la cintura.
Para cuándo regresaron a la mesa sus almuerzos ya estaban servidos.
-Te parece si nos vemos aquí mañana para almorzar de nuevo- le dijo el osito con impaciencia.
-Para nada. Tu te vienes a vivir conmigo- contestó ella tomándolo de la mano...