Querida,
no me preguntes cómo ni cuándo escribo estas letras.
Hace tiempo desconozco cuándo y cómo
mi Patria ha dejado de ser una Patria
a pesar de la última cena y la mutilación del apóstol,
a pesar de que estuve en Remanganaguas,
donde siquiera un ministro reconoce que la sangre
se bebe con el canto a la Patria,
y muchos jóvenes caminan sobre el polvo,
porque el polvo es como el verano:
florece en su relación de amor y odio sobre lo que no existe.
Allí, el verano no cultiva la arena,
ni logra construir castillos en la niñez de los mares,
porque en Remanganaguas el verano
es como la promesa de construir el futuro
y ningún ministro les ha dicho que los patriotas son como ellos,
como los que cantan el himno de verdad
y cubren de agosto la piel para recordar al amor,
a pesar de que mi Patria ha dejado de ser
la Patria de todos.