Madre invisible
Ese tono acuarelado
del inmenso firmamento,
algo tiene en su pigmento
que me lleva a mi pasado.
Está en todo y ningún lado;
somos todos de lo mismo:
las montañas, el abismo,
los humanos, los insectos;
todos seres imperfectos
buscando protagonismo.
La madre naturaleza
en la sombra y los colores,
en la tierra y sus olores,
en lo alegre y la tristeza;
vibrando con sutileza,
existiendo en un zumbido,
en unísono latido,
que resuena tan distante,
que se pierde en un instante,
tocado por el olvido.
¡Uy, al fin llego a tiempo para participar en el concurso!
Desde que me enteré del concurso (por la segunda convocatoría), no he parado de contar silabas métricas, tachar frases y arrugar hojas de papel. La verdad es que estaba algo oxidada, pero hoy logré completar el rompecabezas y debo confesar que ha sido una especie de terapia de meditación y contemplación.
Me encantan las formas tradicionales de la poesía y la decima (forma que seleccioné para mi participación) es una de mis favoritas por su ritmo fluido y armonioso, que se presta (precisamente) para el canto. Un canto al espíritu de la naturaleza, para mí, tenía su forma natural en décimas; al menos hoy, al menos desde mi voz.
Si estás interesado en participar, tienes tiempo hasta el día 15 y sería maravilloso leer más construcciones poéticas realizadas usando formas tradicionales, así que te dejo el link a la
convocatoria para mayor información.
¡Gracias por su lectura y mucha suerte! 🍀
Texto e imagenes de mi autoría.