No es más limpio el que más limpia, sino el que menos ensucia
The cleanest is not the one who cleans the most, but the one who makes the least mess.
Un relato de mis experiencias reciclando y reutilizando en los últimos 20 años, resultaría muy largo, y para documentarla tendría que referirme a numerosas publicaciones del pasado.
La construcción de mi casa es todo un tratado de reciclaje, desde el tejado, para el que adquirí las tejas de arcilla usadas a la mitad de precio de las nuevas y posiblemente de mejor calidad.
Las puertas de las habitaciones, el baño y armario las hicimos nosotros a partir de puertas de closet desechadas unas y otras a partir de palets y láminas de cartón piedra usado por empresas de bebidas para el trasporte de sus productos, por lo que las bautizamos como modelo, PEP-POL, recordando su origen Pepsi y Cerveza Polar.
Estantes, mesones, inclusive las sillas, las armé con madera reciclada y las herramientas de que disponía. Como dato interesante, les cuento que hasta una gran cantidad de clavos fueron reutilizados. Los clavos de las paletas tienen un diseño distinto a los corrientes, pues están retorcidos y a medida que los golpeas con el martillo, van girando, como atornillándose, lo que genera una mayor sujeción.
A lo anterior puedo añadir la práctica del compostaje en el patio, para disponer de los desechos vegetales y de poda, a la vez que generábamos tierra abonada para nuestros frutales y plantas ornamentales y medicinales.
A partir de algunos frutos dimos vida a nuestros emprendimientos familiares y con lo que no solo colaboramos en el cuidado del planeta, sino que generamos ingresos.
Así que debo reconocer, que más que la conciencia, peso el interés y la necesidad.
Hoy mis circunstancias son otras y en medio de la ciudad, sin un espacio para practicar este estilo de vida, veo como muchos materiales reutilizables terminan en la basura sin que los pueda aprovechar.
Veo palets recostados junto a los contenedores de basura, con los que pudiera hacer muebles, pero no me los puedo llevar, hasta sería una proeza meterlos en el ascensor, y luego si me pongo a martillar y aserrar, los vecinos me van a echar.
A pesar de lo cual, he rescatado algunos cajones de fruta para cuidar las plantas más pequeñas en el balcón y que no se las lleve el viento, que cuando sopla, todo se quiere llevar.

Para esta publicación documenté el trayecto de la basura hasta la planta distribuidora del barrio de Colegiales, donde me imagino que la compactan para llevarla a su destino final.
Pero primero quiero recordar que en mis primeros años de vida, era normal comprar el azúcar, los frijoles y la sal a granel, empacado en bolsas de papel, para comprar el vino llevaba una botella vacía, igual para la leche y el yogur, y por supuesto el refresco o la cerveza.
A la hora de comprar el pan salía con el talego, un saco de tela parecido a la funda de una almohada y para los huevos una cesta o huevera.
Fueron las industrias y corporaciones comerciales quienes nos impusieron los envases desechables por su conveniencia, en especial la industria de las gaseosas, quienes prefieren evitar la recogida de las botellas de vidrio y su posterior lavado.
Una botella puede ser reutilizada incontables veces, pero requiere ser lavada concienzudamente, por lo que resulta mejor negocio vendértela repetidas veces, ya que cuando la desechas, sin importar que se rompa termina en la fábrica de vidrio que la recicla.
Durante mis emprendimientos compré y vendí botellas usadas a razón de 24 unidades por un Dólar, pero cuando busque el precio de las nuevas, encontré una oferta de 12 botellas de vidrio de cuarto de litro por 13 Dólares.
En estos días en que la inflación nos afecta en todo el mundo, me sorprendió y causo cierto enojo, conversar con un cartonero. Un Señor que forma parte del ejército de recolectores de materiales para reciclar en combinación con la recoleta de todos los desechos de la ciudad. Resulta que hasta hace poco les pagaban 100 pesos por kilo, pero recientemente les bajaron el precio a 70.
A esto lo conocemos en Venezuela como la ley del embudo.
Hay otras disposiciones en las que pudiera ahondar, pero baste con este ejemplo para ver como los responsables de la contaminación nos llaman a reciclar y conservar el planeta, mientras hacen lo contrario y se benefician de nuestra ignorancia y plácida comodidad.
Al menos en Buenos Aires, por lo menos en esta zona, el servicio es altamente eficiente y a pesar de la cercanía a la compactadora, pocas veces se aprecian malos olores. Con frecuencia en realidad son producto de las deposiciones de los canes, pues no todos los amantes de los animales cumplen con su obligación y dejan el exótico abono sobre la calzada.

No basta la disposición de plazas dedicadas exclusivamente para los canes y que con regularidad sea abastecida de bolsas gratuitas, es frecuente ver el olímpico desprecio por las disposiciones sanitarias y ver a quienes consideran a sus mascotas con derecho a disponer del pasto y los espacios dedicados a los humanos y en especial de los niños.
Primera parada de mi basura, separada en orgánica y diversa en bolsa negra y en verde los reciclables.
Segunda, los reciclables. Más y menos seleccionados.
Segunda, para todo lo demás.
En camino a su destino.
Otros desechos requieren tratamiento especial.
En estos contenedores abandona la ciudad toda la basura que generamos, mientras los cartones viajan en otros camiones, inclusive hay camiones recolectores del aceite usado en restaurantes y ventas de empanadas para no contaminar las aguas residuales que de cualquier manera llegaran a los acuíferos y cerrado su ciclo volverá al acueducto o al mar.
La procesión de camiones recolectores y trasportadores es constante, día y noche funciona este centro que si acaso descansa unas horas entre sábado y domingo en la mañana, pues en la noche vuelve a funcionar.
La gran maquinaria que realiza estos procesos está rodeada por un bello parque lleno de árboles diversos, algunas coníferas de hoja perenne, entre ellos que cada disfruto cuando me asomo al balcón.
Gracias por leerme. Será un placer leer y responder su comentario.

Ya se me olvidava, espero que acepten participar en esta iniciativa cuantos me lean y cumpliendo con la convocatoria invito a participar a
@sacra97, a
@sacra97 y a
@sacra97, quienes seguramente pueden aportar más.
Recycling: Fashion, Conscience, or Interest?

An account of my recycling and reusing experiences over the past 20 years would be very long, and to document it I would have to refer to numerous past publications.
The construction of my house is a complete recycling treatise, starting from the roof, for which I purchased used clay tiles at half the price of new ones, and possibly of better quality.
We made the bedroom, bathroom, and closet doors ourselves from discarded closet doors, and others from pallets and sheets of cardboard used by beverage companies to transport their products. Hence, we named them the PEP-POL model, recalling their origins: Pepsi and Cerveza Polar.
I built shelves, countertops, and even chairs with recycled wood and whatever tools I had available. Interestingly, I even reused a large number of nails. The pallet nails have a different design than ordinary ones; they're twisted, and as you hit them with the hammer, they rotate, like they're screwed in, creating a stronger hold.
To this, I can add the practice of composting in the yard, disposing of vegetable and pruning waste while also generating fertile soil for our fruit trees and ornamental and medicinal plants.
From some of the fruits, we gave life to our family businesses, not only helping to protect the planet but also generating income.
So, I must admit that more than conscience, interest and necessity matter.
Today, my circumstances are different, and in the middle of the city, without a space to practice this lifestyle, I see how many reusable materials end up in the trash without being able to be used.
I see pallets lying next to the trash containers, which I could use to make furniture, but I can't carry them. It would even be a feat to fit them in the elevator, and then if I start hammering and sawing, the neighbors will kick me out.
Despite this, I've rescued some fruit crates to protect the smaller plants on the balcony and keep them from being blown away by the wind, which when it blows, can sweep everything away.

For this post, I documented the garbage's journey to the distribution plant in the Colegiales neighborhood, where I imagine it's compacted before being taken to its final destination.
But first, I want to remind you that in my early years, it was normal to buy sugar, beans, and salt in bulk, packaged in paper bags. To buy wine, I carried an empty bottle, the same for milk and yogurt, and of course, soda or beer.
When it came time to buy bread, I carried a talego, a cloth sack similar to a pillowcase, and for eggs, a basket or egg carton.
It was industries and commercial corporations that imposed disposable containers on us for their convenience, especially the soda industry, which prefers to avoid collecting glass bottles and washing them afterwards.
A bottle can be reused countless times, but it requires thorough washing, so it's better business to sell it to you repeatedly, since when you throw it away, even if it breaks, it ends up in the glass factory that recycles it.
During my entrepreneurial ventures, I bought and sold used bottles at 24 for one dollar, but when I looked up the price of new ones, I found an offer for 12 quart-sized glass bottles for 13 dollars.
In these days, when inflation is affecting us all over the world, I was surprised and somewhat annoyed to talk to a cartonero. A man who is part of the army of recycling collectors who also collect all the city's waste. It turns out that until recently, they were paid 100 pesos per kilo, but recently the price was lowered to 70.
In Venezuela, we know this as the funnel law.
There are other provisions I could go into further, but suffice it with this example to show how those responsible for pollution urge us to recycle and conserve the planet, while doing the opposite and benefiting from our ignorance and placid comfort. At least in Buenos Aires, at least in this area, the service is highly efficient, and despite the proximity to the compactor, unpleasant odors are rarely noticed. Often, they are actually the result of dog droppings, as not all animal lovers fulfill their obligation and leave exotic fertilizer on the road.

It's not enough to have dedicated dog spaces and regularly stocked with free bags;It's shocking to see the disregard for health regulations and to see those who consider their pets entitled to the grass and spaces dedicated to humans, especially children.
First stop for my trash, sorted into organic and miscellaneous items in a black bag, and recyclables in a green bag.
Second, recyclables. More and less sorted.
Second, for everything else.
On its way to its destination.
Other waste requires special handling.
All the trash we generate is dumped in these containers, while the cardboard boxes travel in other trucks. There are even trucks that collect used oil from restaurants and empanada stands to avoid contaminating the wastewater, which would otherwise reach the aquifers and, once closed, return to the aqueduct or the sea.
The procession of garbage trucks and transporters is constant, operating day and night at this center. Occasionally, it rests for a few hours between Saturday and Sunday mornings, but it resumes operations at night.
The large machinery that performs these processes is surrounded by a beautiful park full of diverse trees, some evergreen conifers, among them the ones I enjoy every time I look out from my balcony.
Thank you for reading. It will be a pleasure to read and respond to your comment.
As usual, I declare that all photos were taken by me with a Motorola phone and, as a Spanish speaker, the English text is the result of the work of Google Translate.