Fiction: Panic (ENG-ESP)

Suddenly, something that didn't smell right to me, something like burning started to creep up my nose and become annoying. Then, I looked towards one of the promotional ovens for sale and a big ball of smoke was coming out of one of them and spreading around the room.

When I saw that, I got scared and didn't know what to do; not knowing what to do, I froze. When things happen, things that can cause me to panic or risky situations out of the ordinary, I freeze. And yes, something big is going to happen in this place today and I'm in it. That furnace is going to explode at any moment and no one has been able to prevent it; that's why I'm the only human being still in this place. I'm in a panic and unable to move or do anything.

—Miss, come out now!— someone shouted at me, a woman's voice, perhaps a sales clerk who was still around. I don't know; I have my back to the exit door, I have just immobilized myself in front of the oven that could explode at any moment.

I am literally a mannequin in the middle of the hall of furnace equipment on sale. I can't move and, in fact, I don't want to think; just imagining what is going to happen to me, or what is already happening to me, has me totally immobile. Surely when they find my corpse, everyone will think I was very strange, although I would prefer to be remembered as someone brave in the face of the impending tragedy that will befall me in a few minutes; hopefully hours, although this prolonged torture is not healthy for mental health.

—Well, at last I meet someone who is not afraid— a boy's voice whispered in my ear. He stood in front of me, a strange guy. I couldn't even move my mouth to respond to his comment. —I think you're really cool,— he continued. Being here, frozen, in the middle of all this chaos, you're on another level, definitely on the same level as me.

I rolled my eyes. Just look at each other and see that we don't belong on the same level, I told myself inwardly: I'm a short girl with big glasses so I can see, well groomed, with demure clothes; and you're a tall guy, with eye makeup, with baggy clothes that show practically your whole body, messy hair and with so many piercings in forbidden places that it's alarming. That's what I was missing: meeting someone weirder than me while I'm shopping and having him see my weirdness as attractive.

—Can you get out of here now? —someone else shouted, his voice was manly and so loud that it almost brought me out of my stupor completely; at least his voice brought back the movement of my right hand.

Keep screaming, keep screaming. Don't stop, don't leave me alone with this mental madman, I shouted in my inner self.

—Calm down man, it's all right. Miss Freeze and I want to see up close what's going to happen. You wouldn't understand. —I wanted to contradict his statement but there was no way I could move my lips.

—Are you crazy? —the man shouted again stressfully and stood in front of us. He was a guy of medium height, with a boxer's body and a security suit. Ah, he's one of the store's security guards. Others of my hands and arms thawed. I don't know, but having a guard nearby filled me with hope. —I can't leave you here, so either you leave the right way or I have to take you the wrong way —he finished saying and I wanted to tell him to get me out of there anyway. Do I look suicidal like my strange little friend here?

—Relax man, relax. The only thing going on here is a faulty furnace that for some reason is going to blow up the whole place, if you know what I mean. So, no big deal; something normal when you don't comply with the protection measures.

The three of us were silent when the strange guy stopped talking. Well, at least I couldn't talk at all. Well yes, I was more alarmed that the boy felt normalcy in the face of something that is not normal. He is definitely not normal. I need the manly —voiced man to shout loud enough to shake me out of this stupor for good.

—You need to get out of this store right now! —the man shouted; rather, he shouted, and my whole body began to leave my immobility.

—Oops, the general! —exclaimed the strange boy, trying to keep his voice from shaking.

I started to move again, but I could not speak yet. My mouth was perennially closed, although it would be the best thing to do in these cases, if I could speak I think I would shout: "Run or we will all die! We are going to die today for sure".

Well, since I couldn't talk, but I could run, that's what I did as soon as I had the chance. I ran out of that department store as far as I could. As I passed by I heard from behind the strange guy say:

—Look at her; she looked like a mannequin before. It's crazy, man, I'll tell you that.

Outside there was a big crowd of people, you could hear the fire sirens approaching the place and suddenly everything exploded. That noise brought me back to my senses; I started shrieking hysterically as I saw all that smoke billowing into the air with the sound of the sirens in the background. The strange guy and the guard held me one on each side. I guess I did look crazy now, but hey, I was going into a different kind of panic. I don't think, after all this, I'm going to want to go shopping anymore.

De repente, algo que no me olía bien, algo como a quemado comenzó a meterse por mi nariz y a resultarme molesto.  Entonces, miré hacia uno de los hornos de promoción para la venta y un gran bola de humo salía de uno de ellos y se esparcía por el salón.

Al ver aquello, me asusté y no supe qué hacer; al no saber qué hacer, me congelé. Cuando pasan cosas, temas que pueden provocarme pánico o situaciones de riesgo fuera de lo común, me paralizo. Y sí, va a suceder algo grande en este lugar hoy y yo estoy dentro. Ese horno va a explotar en cualquier momento y nadie ha podido evitarlo; por eso soy el único ser humano aún en este lugar. Estoy en pánico y sin poder moverme o hacer nada.

—¡Señorita, salga ya!— me gritó alguien, la voz de una mujer, quizás alguna dependienta que quedaba por estos lados. No lo sé; estoy de espaldas a la puerta de salida, justo me he inmovilizado frente al horno que puede estallar en cualquier momento.

Soy literalmente un maniquí en medio del salón de equipos de hornos en ventas. No puedo moverme y, de hecho, no quiero pensar; solo el hecho de imaginar lo que me va a pasar o lo que ya me está pasando, me tiene totalmente inmóvil. De seguro cuando encuentren mi cadáver, todo el mundo pensará que fui muy rara, aunque preferiría que me recordaran como alguien valiente ante la inminente tragedia que me sucederá en algunos minutos; ojalá horas, aunque esta tortura prolongada no es sana para la salud mental.

—Vaya, al fin encuentro a alguien que no tiene miedo— la voz de un muchacho me susurró al oído. Se paró frente a mí, un tipo extraño. Ni siquiera podía mover mi boca para responderle a su comentario. —Creo que eres muy cool-continuó diciendo—. Estar aquí, congelada, en medio de todo este caos, estás a otro nivel, definitivamente al mismo nivel que el mío.

Coloqué mis ojos en blanco. Solo hay que mirarnos y ver que no pertenecemos al mismo nivel, me dije interiormente: soy una chica baja de grandes anteojos para poder ver, bien peinada, con ropa recatada; y tú eres un tipo alto, con maquillaje en los ojos, con ropa holgada que muestras prácticamente toda el cuerpo, cabello desarreglado y con tantos piercings en lugares prohibidos que es alarmante. Era lo que me faltaba: encontrarme con uno más raro que yo mientras estoy de compras y que vea atractiva mis rarezas.

—¿Pueden salir de aquí ya?— gritó alguien más, su voz era varonil y tan fuerte que casi me hace salir de mi estupor por completo; al menos su voz me devolvió el  movimiento de mi mano derecha.

Sigue gritando, sugue gritando. No te detengas, no me dejes sola con este loco mental, grité en mi fuero interno.

—Tranquilo hombre, todo está bien. La señorita congelación y yo queremos ver de cerca lo que va a pasar. Tú no lo entenderías. —dijo el chico extraño y quise contradecir su afirmación pero no había forma de que pudiera mover mis labios.

—¿Es que están locos?— volvió a gritar estresadamente el hombre y se colocó frente a nosotros. Era un tipo de mediana estatura, con cuerpo de boxeador y traje de seguridad. Ah, es uno de los guardias de seguridad de la tienda.  Otras de mis manos y mis brazos se descongelaron. No sé, pero al tener cerca a un guardia, me lleno de esperanza— No puedo dejarlos aquí, así que o se van a las buenas o debo llevármelos a las malas- terminó de decir y yo quise responderle que me llevara de allí de cualquier forma. ¿Es que tengo pinta de suicida como acá mi amiguito extraño?

—Tranquilo hombre, relájate. Lo único que sucede aquí es un horno con desperfectos que por alguna razón va a volar todo el lugar, si me entiendes. Entonces, no estamos ante la gran cosa; algo normal cuando no cumples con las medidas de protección.

Los tres nos quedamos en silencio cuando el chico extraño dejó de hablar. Bueno, yo al menos no podía hablar de ninguna forma. Pues sí, me alarmó más que el chico sintiera normalidad ante algo que no es normal. Él definitivamente no es normal. Necesito que el hombre de voz varonil grite tan alto como para sacarme de este estupor para siempre.

—¡Tienen que salir de esta tienda ahora mismo! —gritó el hombre; más bien vociferó y todo mi cuerpo comenzó a dejar la inmovilidad.

—¡Uy, el general!— exclamó el chico extraño tratando de que su voz le saliera temblorosa.

Comencé nuevamente a moverme, pero no podia hablar aún. Mi boca estaba perennemente cerrada, aunque seria lo mejor en estos casos, si pudiera hablar creo que gritaría: "¡Corran o todos vamos a morir! Vamos a morir hoy de seguro".

Bueno, como no podía hablar, pero sí correr, eso fue lo que hice en cuanto tuve la oportunidad. Corrí fuera de esa tienda departamental todo lo que pude. A mi paso oí por detrás al chico extraño decir:

—Mírala; antes parecía una maniquí. Es de locos amigo, te lo digo así.

Afuera había un gran tumulto de personas, se podía oír a las sirenas de bomberos acercándose al lugar y, derepente, todo explotó. Ese ruido me devolvió el habla; comencé a chillar histérica al ver todo aquel humo esparcirse en el aire con el sonido de las sirenas de trasfondo. El chico extraño y el guardia me sostuvieron uno por cada lado. Imagino que ahora sí parecía una loca, pero bueno, estaba entrando en otro tipo de pánico. Creo que, luego de todo esto, no voy a querer ir de compras nunca más.