Se despertó con el corazón desbocado. Había llegado el día pero no la hora. Ahora tendría que esperar hasta que el reloj marcara el tiempo acordado.Esa mañana se estuvo en el espejo más de lo necesario. Miró cada uno de sus rasgos. Las cejas, las patas de gallo, las arrugas en la frente, el color marrón de sus ojos, el lunar al lado de su ojo derecho... Todo lo que veía ya lo había desgastado el tiempo, ya no era joven. Sonrió, o más bien intentó una mueca de sonrisa.