Alicia no pudo evitar sentir la frustración saliéndose del pecho cuando notó que su comprador no solo la iba a dejar plantada, sino que también la persona en cuestión no vivía en la ciudad.
Muchas cosas pasaban por su cabeza. ¿Cómo era posible que existiera gente así de hijueputa? ¿Qué les costaba avisar que no iban a poder llegar o, mejor aún, que vivían en otra ciudad? Lo último podría solucionarse con mencionar el detalle, de modo que Alicia podría ofrecerle la opción de enviarlo por paquetería.
No era la primera vez que lidiaba con clientes que vivían fuera de la ciudad, mucho menos con clientes que preguntaban sobre el producto y en dónde entregaba. Al menos algunos tuvieron la decencia de decirle que el punto de encuentro se les hacía lejos y simplemente decían un "gracias" como forma amable y educada de decir "siempre no me interesa el producto". Incluso recordó a un cliente que le avisó que, como vivía en la otra ciudad, le avisó que no podía recoger el producto debido a retraso en el autobús.
Sin embargo, Alicia decidió tomar la situación con filosofía. Podría empezar a cobrar anticipo no reembolsable en compras de varias cosas, esto como una garantía de que la venta estaba asegurada. Como le contó una amiga suya ese mismo, podría ser un excelente filtro para identificar quiénes estaban interesados en el producto y quienes simplemente hacen perder el tiempo de uno. Incluso podría filtrar a través de las constantes preguntas a sus publicaciones de las redes sociales. En la última semana, hubo gente que solo estaba preguntando; si no continuaban la conversación después de responder a su pregunta sobre las entregas, ella daría por sentado que aquellos eran solo gente que no tenían interés en el producto.
"El comercio es un arte y un albur", musitó mientras se acostaba en su hamaca para ver videos.