Alma estaba desconcertada. No hace in minuto se encontraban ahí sus pastillas para dormir, de los cuales solo tenía 3. Había tomado media pastilla para intentar dormir.
Pasó media hora. El calor era insufrible. Alma se levantó a terminar de tomarse la pastilla, dado que tardaba en conciliar el sueño, aparte de que en su mente estaba dando 80 mil vueltas a miles de cosas.
La sorpresa fue tan grande como desconcertante.
Las pastillas ya no estaban en la caja. ¡Y eran las últimas tres!
Ella nunca se ha movido de la habitación. ¿Cómo pudieron desaparecer así de golpe?
Se sentó en su hamaca y empezó a reflexionar. ¿Acaso estaba ante un fenómeno Jotts, donde las cosas desaparecían de un lugar determinado y las encontraba en otro lugar? ¿O algún duende o fantasma decidió hacerle una broma de mal gusto? O quizás Dios mismo le dio a entender que con la media dosis que el psiquiatra le había recomendado para lo de su insomnio era suficiente y que no debe abusar. O quizás era la respuesta de Dios ante sus dudas y opiniones sobre los santos modernos.
A modo personal, prefería esa explicación y la del fenómeno Jotts. El terreno sobrenatural no era algo que quisiera ni de chiste explorar; prefería su sanidad mental por encima de eso.
“Ni modo… Se perdió, se perdió”, se decía mientras cerraba el buró en donde estaba la caja con esas dos pastillas y media.
Un poco sudorosa, tanto por la ansiedad como por el calor, se recostó en su hamaca. Los efectos empezaron a sentirse… Y el sueño finalmente hizo su acto de presencia.
