Visiting my friend's farm is like entering a small paradise where nature offers its finest gifts. Every corner is a surprise, a testament to the care with which the land is cultivated.
As soon as you arrive, you are greeted by the sweetness of ripe mandarins, hanging heavy among green leaves. Just reach out and feel their sun-warmed skin, ready to be enjoyed at once.
A few steps further, the spice of the garden appears: the red chilies, small but intense, so bright they look like miniature lanterns. Be careful not to underestimate them... they hold fire within!
Near the fence, the tomatoes appear in different shades, from hopeful green to passionate red. They grow steadfastly, nourished by the sun and the love with which my friend cares for them.
And as if that weren't enough, hanging from the dried vines like hidden treasures, the pumpkins display their generous shape, ready for a comforting soup or an autumn pie.
Nothing is missing in this garden: sweet fruit, tangy flavor, fresh vegetables, and even a hint of magic. Because beyond what is harvested, what is truly gathered here is the peace of simplicity and the joy of sharing it.
Visitar la quinta de mi amiga es como entrar en un pequeño paraíso donde la naturaleza ofrece sus mejores regalos. Cada rincón es una sorpresa, un testimonio del cariño con el que se cultiva la tierra.
Apenas llegás, te recibe el dulzor de las mandarinas maduras, colgando pesadas entre hojas verdes. Basta con estirar la mano y sentir su cáscara tibia por el sol, lista para disfrutarse al momento.
Unos pasos más allá, aparece el picante del huerto: los ajíes rojos, pequeños pero intensos, tan brillantes que parecen faroles en miniatura. Cuidado con subestimarlos… ¡guardan fuego en su interior!
Cerca del alambrado, los tomates se asoman en distintos tonos, del verde esperanza al rojo pasión. Crecen firmes, alimentados por el sol y el amor con que mi amiga los cuida.
Y como si fuera poco, colgando de las parras secas como tesoros escondidos, las calabazas muestran su forma generosa, listas para una sopa reconfortante o un pastel de otoño.
En esta quinta no falta nada: fruta dulce, sabor picante, verdura fresca y hasta una pizca de magia. Porque más allá de lo que se cosecha, lo que realmente se recoge aquí es la paz de lo simple y la alegría de compartirlo.
