Mi trabajo diario en la barbería se centra en crear degradados y otras tendencias de la moda juvenil, el corte más solicitado por los jóvenes cubanos. Desde que comienza el día, las sillas no dejan de girar, y las máquinas de afeitar trabajan con precisión para lograr líneas limpias y transiciones suaves. Cada cliente tiene su estilo y preferencia, pero el degradado se ha convertido en un símbolo de moda y personalidad entre la juventud. Me esfuerzo en escuchar a cada cliente, entender sus ideas y añadir mi toque profesional para que salgan satisfechos. Es un oficio que combina técnica, creatividad y una buena conversación que siempre deja una sonrisa al final del corte.
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