***english versión contest***
"You don't know me, but I know you," the voice said before the call cut out.
Emily stared at her phone, heart racing. The screen displayed a number she didn’t recognize, and the sudden silence left her feeling unnerved. She had been sitting in her dimly lit apartment, surrounded by the usual clutter of books and half-finished projects, when the call came in. It was late, and the city outside her window was wrapped in a shroud of darkness.
She took a deep breath, trying to shake off the chill that crept up her spine. Who was that? What did they know about her? Emily was an ordinary graphic designer, living a quiet life, but lately, she had felt a strange sense of being watched. It started with small things—her favorite coffee shop running out of her usual order, a shadow flickering past her window at night—but now this.
Gripping her phone tightly, she decided to call back. The line rang once, twice, then went to voicemail. “If this is a prank,” she muttered to herself, “it’s not funny.” But deep down, she knew it wasn’t just a prank. There was something unsettling about that voice, something that hinted at knowledge beyond mere observation.
The next day, Emily tried to shake off the incident as she went about her routine. She met her friend Sarah for lunch, but even as they chatted about mundane topics—work and weekend plans—Emily's mind kept drifting back to the call.
“Are you okay?” Sarah asked, noticing Emily’s distracted demeanor. “You seem… off.”
“Yeah, just a weird call last night,” Emily replied, forcing a smile. “Nothing to worry about.”
But as soon as she got home, curiosity gnawed at her again. She began searching online for any clues about the number that had called her. After an hour of fruitless digging, she stumbled upon an article about a local missing persons case—a young woman who had disappeared without a trace just a few weeks prior.
Emily’s heart sank as she read the details. The woman had been seen last in her neighborhood, and the police had no leads. A chill ran through her as she realized how close to home this hit. Suddenly, the voice on the phone didn’t seem so random anymore.
That night, unable to sleep, Emily decided to take action. She grabbed her jacket and headed out into the chilly night air. She walked through her neighborhood, retracing the steps of the missing woman as best as she could remember from the article. The streets were eerily quiet; the only sound was the crunch of leaves beneath her feet.
As she turned a corner, something caught her eye—a flicker of movement in an alleyway. Instinctively, she paused, heart pounding in her chest. She took a cautious step closer and peered into the shadows.
“Hello?” she called out, her voice trembling slightly. Silence answered her.
Just then, she heard footsteps behind her and turned quickly, only to find a figure emerging from the darkness. It was a man, his face obscured by a hood.
“Emily,” he said softly.
“How do you know my name?” she demanded, trying to sound braver than she felt.
“I know more than just your name,” he replied cryptically. “I’ve been watching you because you’re the key to finding her.”
Emily’s breath caught in her throat. “What do you mean?”
“The woman who disappeared—she was looking for something important, something that could change everything,” he continued, stepping closer into the dim light. “And you’re connected to it.”
Confusion and fear swirled within her. “What are you talking about? I don’t know anything!”
“You will,” he said firmly. “But we don’t have much time. They’re coming for you too.”
Before she could respond, he grabbed her wrist and pulled her deeper into the shadows of the alleyway. As panic surged through her veins, Emily realized that this was just the beginning of a mystery far greater than she could have ever imagined—a mystery that might just lead her to answers about herself and the missing woman who had become entwined with her fate.
**Versión del contenido en español**
"No me conoces, pero yo te conozco," dijo la voz antes de que la llamada se cortara.
Emily miró su teléfono, con el corazón acelerado. La pantalla mostraba un número que no reconocía, y el repentino silencio la dejó inquieta. Había estado sentada en su apartamento tenuemente iluminado, rodeada del habitual desorden de libros y proyectos a medio terminar, cuando llegó la llamada. Era tarde, y la ciudad fuera de su ventana estaba envuelta en un manto de oscuridad.
Tomó una profunda respiración, tratando de sacudirse el escalofrío que le subía por la columna. ¿Quién era? ¿Qué sabían de ella? Emily era una diseñadora gráfica ordinaria, que llevaba una vida tranquila, pero últimamente había sentido una extraña sensación de estar siendo observada. Todo comenzó con pequeñas cosas: su cafetería favorita se quedó sin su pedido habitual, una sombra parpadeando por su ventana en la noche—pero ahora esto.
Apretando su teléfono con fuerza, decidió devolver la llamada. La línea sonó una vez, dos veces, luego fue a buzón de voz. "Si esto es una broma," murmuró para sí misma, "no es gracioso." Pero en el fondo, sabía que no era solo una broma. Había algo inquietante en esa voz, algo que insinuaba un conocimiento más allá de la mera observación.
Al día siguiente, Emily trató de dejar atrás el incidente mientras continuaba con su rutina. Se reunió con su amiga Sarah para almorzar, pero incluso mientras charlaban sobre temas mundanos—trabajo y planes para el fin de semana—la mente de Emily seguía volviendo a la llamada.
“¿Estás bien?” preguntó Sarah, notando el comportamiento distraído de Emily. “Pareces… rara.”
“Sí, solo una llamada extraña anoche,” respondió Emily, forzando una sonrisa. “Nada de qué preocuparse.”
Pero tan pronto como llegó a casa, la curiosidad volvió a devorarla. Comenzó a buscar en línea cualquier pista sobre el número que la había llamado. Después de una hora de búsquedas infructuosas, se topó con un artículo sobre un caso local de personas desaparecidas—una joven que había desaparecido sin dejar rastro hacía solo unas semanas.
El corazón de Emily se hundió al leer los detalles. La mujer había sido vista por última vez en su vecindario, y la policía no tenía pistas. Un escalofrío recorrió su cuerpo al darse cuenta de lo cerca que estaba esto de su hogar. De repente, la voz en el teléfono ya no parecía tan aleatoria.
Esa noche, incapaz de dormir, Emily decidió actuar. Se puso su abrigo y salió al aire frío de la noche. Caminó por su vecindario, retrazando los pasos de la mujer desaparecida lo mejor que pudo recordar del artículo. Las calles estaban inquietantemente silenciosas; el único sonido era el crujir de las hojas bajo sus pies.
Al girar una esquina, algo llamó su atención—un destello de movimiento en un callejón. Instintivamente, se detuvo, con el corazón latiendo con fuerza en su pecho. Dio un paso cauteloso más cerca y miró hacia las sombras.
“¿Hola?” llamó, con la voz ligeramente temblorosa. El silencio le respondió.
Justo entonces, oyó pasos detrás de ella y se dio la vuelta rápidamente, solo para encontrar una figura emergiendo de la oscuridad. Era un hombre, su rostro estaba cubierto por una capucha.
“Emily,” dijo suavemente.
“¿Cómo sabes mi nombre?” demandó ella, tratando de sonar más valiente de lo que se sentía.
“Sé más que solo tu nombre,” respondió él crípticamente. “Te he estado observando porque eres la clave para encontrarla.”
La respiración de Emily se detuvo en su garganta. “¿Qué quieres decir?”
“La mujer que desapareció—ella estaba buscando algo importante, algo que podría cambiarlo todo,” continuó él, acercándose más a la tenue luz. “Y tú estás conectada a eso.”
Confusión y miedo giraban dentro de ella. “¿De qué hablas? ¡No sé nada!”
“Lo sabrás,” dijo firmemente. “Pero no tenemos mucho tiempo. Ellos también vienen por ti.”
