Abundancia y pobreza, ¿Una cuestión de dinero? (SPA-ENG)

¡Vaya tema para regresar al ruedo, luego de una ausencia autoimpuesta! Agradezco, de antemano, tan interesante asunto que a muchos vuelve loco. Sí, el dinero ha sido un gran invento para normalizar los intercambios entre nosotros, y basta con prestar atención al entorno inmediato, y a los retumbes en los grandes titulares de las noticias en los medios para caer en la ilusión de equiparar al dinero con la abundancia, bajo el ropaje del esmoquin de la economía. Ahora que lo escribo, la primera idea que viene a mi mente al nombrar el vocablo economía, es el ahorro, ese, para afrontar la potencial escasez futura, o al que permite alcanzar algo necesitado, bueno, más bien, deseado, dentro de un mercado manipulador.

Disculpen el tamiz. Dejo que las ideas fluyan con libertad y tomen las riendas del discurso divagante en búsqueda de una elocuencia sin filtros. Claro, fruto del contacto, ya difuso, con otros pensadores, y ¿por qué no, con otros sufridores del influjo de otras épocas que atestiguan nada oculto debajo del sol para quienes buscan con insistencia?

¡Ay de los pobres! ¡Del necesitado y del marginado!

Saben, en mi cuenta bancaria, no hay grandes cifras. ¡Gracias a Dios! Aunque, siendo honesto, a veces lo lamento cuando me acosa la necesidad o un fuerte deseo. Entonces, pienso en Diógenes, y me digo: ni el gran Alejandro gozó de la abundancia de este. ¡Quién fuera tan perro como él!

Sí, estoy más que seguro: el dinero no es la medida de la abundancia. Al contrario, puede llevarte a un cepo doloroso e insano que acabe con el noble propósito de la existencia en la supuesta comodidad. Conste, no estoy condenando al dinero. ¡No…! ¡Líbreme Dios de tal dislate! Tan solo es un medio, y no un fin. Y es que, muchos, sin darse cuenta, se pierden en el camino, creando falsa riqueza, fuente de tedios e insatisfacciones. Por supuesto, no faltará quien diga: déjate de locuras. Dios castígame con la riqueza, con mucho dinero, apártame de la conformidad del pobre y menesteroso.

¿Quizás tengan razón? ¿Quién soy yo para determinar lo correcto y deseable?

Por lo general, el adinerado está sumido, con sobrada razón, en la idea compulsiva de cuidarse de ser objeto de despojo por quienes ansían lo que él ha logrado con tanto sacrificio, en el mejor de los casos. No obstante, también está, él enriquecido por medios viles a costa de los demás a través del engaño o la fuerza. Al final, apartando lo moral, ambos están expuestos a los peligros que engendra el dinero y el poder asociado. Menuda carga que trae consigo abundancia de calamidades. Así que, ser adinerado, ante una mirada profunda y escrutadora, no es una garantía para vencer la escasez de los bienes transcendentes.

Siento estar andándome por las nubes. Sí, divagando, y alguien estará preguntándose a esta altura: ¿Qué pretendes compartir con estas palabrerías? ¿Qué tan pertinente es el título con tus argumentos?

Así que, toca poner las ideas en tierra, mi estimado compañero del camino. Si bien, el dinero no es la justa medida de la abundancia o la pobreza, no está de más, el tener algo en las cuentas para satisfacer las necesidades reales, y no las generadas por un mundo materialista y consumista. En tal sentido, creo pertinente la enseñanza de Diógenes hace casi 2.400 años: El más libre y feliz no es quien más tiene, sino quien menos necesita.

La riqueza no es mala per sé. La abundancia y la escasez son relativas. ¿Quién quiere gozar de abundancia de males, o escasez de cosas buenas? Reitero, el dinero es un medio, y añado, que puede tornarse en sentidos opuestos. Hay quienes, teniendo mucho, son infelices ante el reto que implica el uso sabio de la riqueza, y hay quienes, teniendo poco, son muy felices aun padeciendo de escasez.

Permítanme sacar un As debajo de la manga: seamos, ante todo, agradecidos.

La abundancia o la escasez no determinan ni la riqueza ni la pobreza. Podría ser un tenue indicador de algo más profundo, de una actitud y acción ante la vida. Por lo tanto, aconsejo sumo cuidado en la lectura de la misma en los demás, y la practica en uno mismo. Sí, seamos agradecido por lo mucho o por lo poco que se tenga en el presente. Intentando no compararse con otro para autocalificarse. De nada sirve. Al contrario, desentrañar que tan bien uno se siente con uno mismo sin perder el ánimo de ser mejor cada día sin caer en la trampa de que lo que uno tiene te define. Lo relevante es la experiencia, y más cuando mejora el entorno vital sin espejismo.

Aquí la magia y el propósito. Si tienes dinero, está bien. Disfrútalo con sabiduría, pero ten presente que la abundancia subyace en el corazón de cada uno y no en el exterior. Esfuérzate en hallarlo y compártelo sin mezquindad.

What a topic to return to the arena, after a self-imposed absence! Thank you, in advance, for such an interesting subject that drives many people crazy. Yes, money has been a great invention to normalize exchanges among us, and it is enough to pay attention to the immediate environment, and to the rumblings in the big news headlines in the media, to fall into the illusion of equating money with abundance, under the clothing of the tuxedo of the economy. Now that I write it, the first idea that comes to my mind when naming the word economy is savings, that one, to face potential future shortages, or the one that allows one to reach something needed or desired within a manipulative market.

Excuse the sieve. I let the ideas flow freely and take the reins of the rambling discourse in search of an unfiltered eloquence. Of course, the fruit of contact, already diffuse, with other thinkers, and why not, with other sufferers of the influence of other times that testify to nothing hidden under the sun for those who insistently seek?

Woe to the poor, to the needy, and the marginalized!

You know, in my bank account, there are no big figures, thank God! Although, to be honest, sometimes I regret it when I am beset by need or a strong desire. Then, I think of Diogenes, and I say to myself: not even the great Alexander enjoyed the abundance of this one. Who was such a dog like him!

Yes, I am more than sure: money is not the measure of abundance. On the contrary, it can lead you into a painful and unhealthy trap that ends the noble purpose of existence in supposed comfort. For the record, I am not condemning money... No...! God save me from such nonsense! It is only a means, and not an end. Many, without realizing it, lose their way, creating false wealth, a source of tedium and dissatisfaction. Of course, there will be those who will say: stop this madness. God punished me with wealth, with lots of money, keeping me from the conformity of the poor and needy.

Who am I to determine what is right and desirable?

In general, the wealthy person is, with good reason, compulsively preoccupied with the idea of being the object of despoilment by those who crave what he has achieved with so much sacrifice, in the best of cases. However, others are also enriched by vile means at the expense of others through deceit or force. In the end, morals aside, both are exposed to the dangers that money and associated power engender. What a burden that brings with it an abundance of calamities. So, being wealthy, to a deep and scrutinizing eye, is no guarantee of overcoming the scarcity of transcendent goods.

I'm sorry I'm rambling. Yes, rambling, and someone will be wondering at this point: What do you intend to share with these ramblings? How pertinent is the title to your arguments?

So, it is time to put our ideas on the ground, my dear fellow traveler. Although money is not the right measure of abundance or poverty, it is not superfluous to have something in the accounts to satisfy real needs, and not those generated by a materialistic and consumerist world. In this sense, I believe that the teaching of Diogenes almost 2,400 years ago is pertinent: The freest and happiest is not he who has the most, but he who needs the least.

Wealth is not evil per se. Abundance and scarcity are relative. Who wants to enjoy an abundance of evils or a scarcity of good things? I reiterate, money is a means, and I add, it can turn in opposite directions. There are those who, having much, are unhappy in the face of the challenge of the wise use of wealth, and there are those who, having little, are very happy even in the face of scarcity.

Let me take an ace up my sleeve: let us be, above all, grateful.

Abundance or scarcity determines neither wealth nor poverty. It could be a faint indicator of something deeper, of an attitude and action towards life. Therefore, I advise extreme care in reading it to others and practicing it on oneself. Yes, let us be grateful for the much or the little that we have in the present. Trying not to compare yourself with another to qualify yourself. It is of no use. On the contrary, unravel how good you feel about yourself without losing the spirit of being better every day, without falling into the trap that what you have defines you. What is relevant is the experience, and more so when it improves the vital environment without mirage.

Here is the magic and the purpose. If you have money, that's fine. Enjoy it wisely, but keep in mind that abundance lies in one's heart and not on the outside. Strive to find it and share it without stinginess.