Lo que calla nuestra alma es una excelente iniciativa y un punto de partida valioso para explorar aquello que nuestro ser interior guarda en silencio.
En lo personal, muchas veces reprimo mis sentimientos, no por cobardía ni por no saber qué decir, sino pensando en cómo la otra persona pueda tomarlo
Me cuestiono si logrará filtrar la información, si podrá tolerar mi punto de vista. Este enfoque está especialmente presente en mis relaciones amorosas, donde cuido muy bien mis palabras al abordar temas incómodos. Siempre le digo a mi pareja: *mi filtro es de buena calidad*. No me tomo las cosas a pecho, las asimilo y sigo adelante.
Sin embargo, fuera de mi vida íntima, es otra historia. Suelo decir lo que pienso y siento sin tanto tacto, para evitar malos entendidos o malos momentos. Por lo general, soy muy precavida con mis palabras, recordando siempre el texto bíblico: *“En la mucha palabrería abunda el pecado”*. Por ello, ser prudente es esencial.
Evito hablar en exceso porque sé que después me quedará esa "canción" en mi mente, cuestionándome: *¿Por qué dije esto? ¿Por qué no dije aquello? ¿Debí haber actuado diferente?* Y esos pensamientos pueden quedarse por días, creando historias en mi mente, tanto en el pasado como en el futuro.
Hubo un momento crucial en mi vida donde no expresé lo que sentía ni reclamé lo que era necesario, y eso me marcó profundamente. Desde entonces aprendí a expresar mis pensamientos y emociones, a reclamar mis derechos—siempre con cautela. Sin embargo, en mi relación de pareja todavía no he alcanzado esa explosión completa de honestidad emocional, y ¿cómo podría hacerlo, si mi esposo es un verdadero *pan de Dios*?
Mi consejo es que siempre expresen sus sentimientos, porque, a la larga, reprimirlos marchita 🥀 nuestra esencia. Esto nos estanca y tiñe nuestros días de gris. Es mucho mejor hablar a tiempo, priorizando nuestra paz interior, algo que no tiene precio. Si la otra persona realmente te valora, entenderá cómo te sientes. Recordemos que las verdades a medias no ayudan; más bien, nos perjudican.
En nuestras palabras está el poder de sanar todo aquello que nos aqueja y nos hace sentir mal; solo debemos saber tocar la melodía correcta. La Biblia nos recuerda: *“La palabra apacible calma la ira”*.
No me queda más que pedir que Dios guíe cada uno de sus pasos y los llene de sabiduría para actuar cuando sea necesario.
*Queridos Amigos Gracias por leer, comentar y votar mi post su apoyo es muy valioso para mí. Las fotografías fueron capturadas desde mi teléfono tecno spark 30c y algunas imágenes fueron creadas con I.A*