Imagen de mi propiedadRenacer desde el cuidado: Cómo descubrí mi esencia acompañando a mi hijo.A veces la vida te cambia el mapa sin avisar. Te despiertas un día con una noticia que no esperabas, y de pronto, todo toma otro rumbo. Así fue cuando me convertí en cuidadora de Ignacio, mi hijo mayor, quien tiene una enfermedad huérfana que le genera discapacidad múltiple.
No voy a romantizarlo. Al principio sentí que me estaba apagando. Todo giraba en torno a sus necesidades: terapias, médicos, medicinas, trámites, documentos… y yo, ahí en el medio, intentando ser mamá, profesional, enfermera, abogada, terapeuta, todo al mismo tiempo. Me olvidé de respirar, de mirarme al espejo, de preguntarme cómo estaba yo.
Pero en ese torbellino, algo comenzó a cambiar.
Ignacio, con su manera de ser tan única, con su sensibilidad, su ternura, su forma singular de comunicarse sin hablar y su capacidad de disfrutar lo más simple, empezó a mostrarme un camino diferente. Con él aprendí a ver la vida con otros ojos. A frenar, a observar, a sentir. A descubrir que cuidar no es sinónimo de perderse… sino, a veces, de encontrarse.
Hubo noches larguísimas en hospitales, días enteros sin dormir, momentos de miedo puro. Pero también hubo carcajadas inesperadas, frases que me devolvieron el aliento, y conversaciones que me confrontaron con mis propios límites. Con su sola existencia y su forma de vivir feliz, sin prestarle ni un ápice de atención al entorno, en su mundo… él me enseñaba a soltar el control y confiar. A vivir un día a la vez.
Y ahí entendí: esto también era parte de mi camino. No uno que había elegido conscientemente, pero sí uno que me estaba transformando.
Hoy no me veo como una víctima de las circunstancias. Me reconozco como una mujer que se reconstruyó desde el amor. El cuidado me llevó a conocerme, a sanar heridas antiguas, a abrazar partes de mí que antes evitaba. Porque necesitaba estar bien, sí o sí, primero para mí… y así poder ser mi mejor versión para él y, con los años, para sus hermanos, quienes vinieron a completar la ecuación de plenitud. Me enseñó a ser más humana, más paciente, más real.
Cuidar no me quitó mi esencia… me ayudó a encontrarla.
Y si es