Cuando la tormenta no cesa y parece que el diluvio te ahogará, empiezas a llorar, lloras sin parar, sin poder las lágrimas detener, sin que se puedan acabar. El sollozo es el último suspiro y la cabeza te duele a matar. Claro que hay días malos, en los que parece que la batalla nunca vamos a ganar, días de duelo y de lluvias, días de tristeza y soledad.