SPANISH
Érase una vez, en un pequeño pueblo enclavado en lo más profundo del bosque, una niña llamada Lily. Era una niña curiosa y aventurera a la que le encantaba explorar los bosques que rodeaban su casa.
Un día, mientras paseaba por el bosque, tropezó con un hermoso palo tirado en el suelo. Era un palo sencillo, sin marcas ni tallas especiales, pero Lily se sintió inmediatamente atraída por él. Lo cogió y lo sostuvo en la mano, sintiendo su superficie lisa y su peso en la palma.
A medida que avanzaba por el bosque, se dio cuenta de que el palo tenía algo mágico. Cada vez que lo tocaba, la invadía una sensación de alegría y felicidad. Era como si el palo tuviera el poder de traerle buena suerte y energía positiva.
Lily empezó a llevar el palo consigo a todas partes, y pronto los demás niños del pueblo se dieron cuenta. Le preguntaban por el palo y por qué lo llevaba siempre consigo, pero Lily simplemente sonreía y decía que era su amuleto de la suerte.
Con el tiempo, el palo se convirtió en un símbolo de alegría y felicidad en el pueblo. Los niños se reunían alrededor de Lily y le pedían que les diera el palo, esperando sentir la misma alegría y positividad que ella. Incluso los adultos del pueblo se dieron cuenta y muchos empezaron a preguntar a Lily por el palo y por dónde lo había encontrado.
A medida que los días se convirtieron en semanas y las semanas en meses, el bastón de Lily se convirtió en un objeto muy querido en el pueblo. Se lo pasaban de una persona a otra y cada una sentía la alegría y la felicidad que le proporcionaba. Y a pesar de todo, Lily seguía siendo la guardiana del bastón, asegurándose siempre de que estuviera a salvo y protegido.
Un día, un grupo de viajeros llegó a la aldea. Eran mercaderes que iban de pueblo en pueblo vendiendo sus mercancías. Cuando vieron el palo y la alegría que daba a la gente del pueblo, se quedaron intrigados.
Los mercaderes se acercaron a Lily y le preguntaron por el bastón. Se ofrecieron a comprárselo, prometiendo pagarle una gran suma de dinero por él. Pero Lily se negó. El palo no estaba a la venta. Era un símbolo de alegría y felicidad para ella y para la gente del pueblo.
Sin inmutarse, los mercaderes siguieron presionando a Lily, ofreciéndole más y más dinero por el palo. Pero Lily se mantuvo firme, reacia a desprenderse de su querido bastón.
Cuando los mercaderes se disponían a abandonar la aldea, se dieron cuenta de que habían subestimado el poder del bastón. Vieron la alegría y la felicidad que traía a la gente del pueblo y reconocieron su verdadero valor. Y así, le ofrecieron a Lily un trato. Le cambiarían uno de sus mejores caballos por el bastón.
Lily se sintió tentada por la oferta. Siempre había soñado con tener un caballo, y la idea de tener uno de los mejores caballos del país era demasiado para resistirse. Pero cuando miró el bastón que tenía en la mano, supo que no podía desprenderse de él. Era demasiado importante para ella y para la gente del pueblo.
Así que Lily rechazó la oferta. Los mercaderes abandonaron la aldea con las manos vacías, pero con un nuevo respeto por el palo y la alegría que proporcionaba a la gente de la aldea.
Pasaron los años y Lily creció hasta convertirse en una líder sabia y respetada en la aldea. Nunca olvidó el palo que tanta alegría y consuelo había traído a la gente de su querida aldea. El palo siguió siendo un símbolo de felicidad y alegría para toda la gente de la aldea.
ENGLISH
Once upon a time, in a small village nestled deep in the forest, there lived a young girl named Lily. She was a curious and adventurous child who loved exploring the woods around her home.
One day, while wandering through the forest, she stumbled upon a beautiful stick lying on the ground. It was a simple stick, with no special markings or carvings, but Lily was immediately drawn to it. She picked it up and held it in her hand, feeling its smooth surface and the weight of it in her palm.
As she continued on her journey through the woods, she realized that the stick had a magical quality to it. Every time she touched it, she felt a sense of joy and happiness wash over her. It was as if the stick had the power to bring her good luck and positive energy.
Lily began carrying the stick with her everywhere she went, and soon the other children in the village took notice. They asked her about the stick and why she always had it with her, but Lily simply smiled and said that it was her lucky charm.
Over time, the stick became a symbol of joy and happiness in the village. Children would gather around Lily and ask to hold the stick, hoping to feel the same sense of joy and positivity that she did. Even the adults in the village took notice, and many of them began asking Lily about the stick and where she had found it.
As the days turned into weeks and the weeks into months, Lily's stick became a beloved fixture in the village. It was passed from person to person, each one feeling the joy and happiness that it brought. And through it all, Lily remained the keeper of the stick, always making sure that it was safe and protected.
One day, a group of travelers came to the village. They were a group of merchants who traveled from town to town, selling their wares and goods. When they saw the stick and the joy that it brought to the people of the village, they were intrigued.
The merchants approached Lily and asked her about the stick. They offered to buy it from her, promising to pay her a large sum of money for it. But Lily refused. The stick was not for sale, she said. It was a symbol of joy and happiness for her and the people of the village.
Undeterred, the merchants continued to press Lily, offering her more and more money for the stick. But Lily remained steadfast, unwilling to part with her beloved stick.
As the merchants prepared to leave the village, they realized that they had underestimated the power of the stick. They saw the joy and happiness that it brought to the people of the village and recognized its true value. And so, they offered Lily a deal. They would trade her one of their finest horses for the stick.
Lily was tempted by the offer. She had always dreamed of owning a horse, and the thought of having one of the finest horses in the land was too much to resist. But as she looked at the stick in her hand, she knew that she could not part with it. It was too important to her and the people of the village.
And so, Lily declined the offer. The merchants left the village, empty-handed, but with a newfound respect for the stick and the joy that it brought to the people of the village.
Years passed, and Lily grew up to become a wise and respected leader in the village. She never forgot the stick that had brought so much joy and comfort to the people of her beloved village. The stick remained as a symbol of happiness and joy to the entire people of the village.
