Ayer fue un día histórico para la literatura venezolana. El poeta Rafael Cadenas recibió el máximo reconocimiento de las letras hispanas, el Premio Cervantes 2022. No quiero ahondar en lo que repiten las redes, quiero expresar mi opinión ante un acontecimiento que debiera estar celebrándose en Venezuela por todo lo alto; universidades y centros culturales; escritores, estudiantes, lectores en particular deberían estar festejando el Premio de Literatura en Lengua Castellana Miguel de Cervantes, que es como un Nobel en lengua española.
Un premio que literariamente nos recuerda que somo el orgullo de la Venezuela de otros grandes: Andrés Bello, Fermín Toro, Andrés Eloy Blanco, Eduardo Blanco, Manuel Díaz Rodríguez, Rómulo Gallegos, Arturo Uslar Pietri, Miguel Otero Silva, Vicente Gerbasi, Adriano González León, Salvador Garmendia, Teresa de la Parra y tantísimos otros.
Un premio que suma valor cultural a nuestro país, que hay que decirlo para que lo sepan en los rincones más recónditos de nuestros suelos; y hay que decirlo de manera bulliciosa, altanera, sin temor de molestar a quienes no les interesa que la voz de los poetas, como Cadenas, sirva de bandera para la libertad.
El premio hay que verlo como dos grandes éxitos. Cadenas es un académico, al condecorarlo se premia eso, la academia; la constancia y disciplina del profesor consagrado al ejercicio y práctica de la libertad. Es un reconocimiento al hombre que hace de su oficio educativo un medio para transformar la realidad en favor de la justicia, de la democracia y el bien común.
Es un premio que reivindica a la universidad en el profesor dedicado a la discusión universal de las ideas; al sabio que no pretende imponer, sino enseñar a sus discípulos a discernir acerca del pensamiento de lo que otros dijeron para que ellos mismos saquen sus conclusiones. Un premio en el que deben apoyarse las universidades en estos momentos coyunturales cuando fuerzas retrogradas las quieren estancar, minimizar en la ignorancia. Rafael Cadenas es un espejo en el que deben mirarse los profesores universitarios para reencontrarse con lo verdaderamente académico.
A su vez, es un reconocimiento al poeta qua hace de la palabra su lugar de búsqueda. Cadenas es un escritor y como tal ha actuado, en busca de desvelar los misterios de la existencia a través de la palabra, de la poesía y lo ha hecho con la conciencia literaria precisa, puntual, exigente.
Ha dicho lo que tiene que decir, por eso el gobierno no celebra su triunfo, porque no lo siente suyo, porque Cadenas no tuvo cadenas para escribir y eso le da el respeto de un hombre superior. Es un ejemplo de escritor de la libertad y no le hace bien que el gobierno lo nombre, porque si lo hiciera sería para fingir, para demostrar su falsedad; es preferible que lo nombren y primordialmente que lo lean quienes creen en el acto educativo como medio de transformación social y en el hecho literario como fin cultural que estimula la libertad. ¡Arriba Cadenas!