Por la asiduidad de estar cerca del río, y más cerca aún del impresionante atardecer con su parque y monumental mirador, visito cada tarde este fabuloso lugar de la región amazónica de Boa Vista, Roraima, Brasil. La sangre la siento fluir por mis venas al conectarme con las diversas figuras y el cromatismo de este mágico lugar. Para ella escribo, esta cita vespertina, un ritual al que permanezco entregado, recibiendo el bienestar de mi espíritu pendular.