The people of Konaba called her a witch, Konaba was a small town that grew crops, Helene was one of the farmers who lived in Konaba.
Her farm was the best of all with abundant crops and harvests, because she spent most of her time on the farm, weeding and replacing old crops that she noticed were not growing so well.
Helene built a hut on her farm and slept there most of the time, Konaba people said she was the person behind why their farms could not have an abundant fruitfulness, so they called her a witch, she is ordering all the growth of their farm on her own farm.
In all that was being done to her, Helene remained silent because none of what she was accused of was true. A fellow farmer consulted an oracle, took an incantation from the oracle and placed it in the corner where Helene was sitting in the boat.
The oracle told her, if Helene is the reason why her crops on the farms could not grow so well, she will fall into the water and a shark will eat her, but if she is not the person behind the poor growth on her farm, nothing will make her life a tragic.
As the boat moved Helene was unaware of the enchantment behind her sitting corner, she began to fall asleep and before she knew it, she saw herself in the water, the dangerous shark in the water could not eat her, for everything they said against her was a lie, nothing would do to her, she was out of the water alive.
The women who placed an enchantment on her seat found out that everything they said about Helene was a lie, however she refused to tell Helene so that she would know and not be thinking about why she was taken out of the water alive.
Every time Helene left the farm, she went to the river and thanked him for saving her life, although it was still sudden for her to understand why she was safe that day.
Ever since that traumatic event burst into her life, Helene never stopped visiting the river to show her gratitude, Helene began to feel indebted to the river, looking for any way to repay the kindness she had received.
Spanish
La gente de Konaba la llamaba bruja, Konaba era un pequeño pueblo que cultivaba, Helene era una de las granjeras que vivían en Konaba.
Su granja era la mejor de todas con abundantes cultivos y cosechas, porque ella pasaba la mayor parte de su tiempo en la granja, desherbando y reemplazando los viejos cultivos que notaba que no crecían tan bien.
Helene construyó una choza en su granja y dormía allí la mayor parte del tiempo, la gente de Konaba decía que ella era la persona detrás de por qué sus granjas no podían tener una fructificación abundante, por lo que la llamaban bruja, ella está ordenando todo el crecimiento de su granja en su propia granja.
En todo lo que le hacían, Helene permanecía callada porque nada de lo que la acusaban era cierto. Un compañero granjero consultó un oráculo, tomó un conjuro del oráculo y lo colocó en la esquina donde Helene estaba sentada en la barca.
El oráculo le dijo que si Helene era la razón por la que sus cultivos en las granjas no crecían tan bien, caería al agua y un tiburón se la comería, pero que si ella no era la persona detrás del pobre crecimiento en su granja, nada le haría la vida trágica.
Mientras la barca se movía Helene no era consciente del encantamiento que había detrás de su rincón sentada, empezó a dormirse y antes de que se diera cuenta, se vio a sí misma en el agua, el peligroso tiburón que había en el agua no podía comérsela, pues todo lo que decían contra ella era mentira, nada le haría, estaba fuera del agua viva.
La mujer que puso un encantamiento en su asiento descubrió que todo lo que decían de Helene era mentira, sin embargo se negó a decírselo a Helene para que lo supiera y no estuviera pensando por qué la habían sacado viva del agua.
Cada vez que Helene salía de la granja, iba al río y le daba las gracias por haberle salvado la vida, aunque todavía le resultaba repentino entender por qué estaba a salvo aquel día.
Desde que aquel suceso traumático irrumpió en su vida, Helene nunca dejó de visitar el río para mostrarle su gratitud, Helene empezó a sentirse en deuda con el río, buscando cualquier forma de devolverle la amabilidad que había recibido.